domingo, 16 de septiembre de 2012

SOY HIJO DE DIOS

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Resumen de la Liturgia de la Palabra:

1ª Lectura:      
De El Libro del Profeta Isaias: El Señor me abrió el oído, yo no me resistí ni me eché a tras, ofrecí la espalda a quienes me apaleaban. No cubrí el rostro ante ultrajes ni salivazos, el señor me ayuda, por eso no sentí los ultrajes. Tengo cerca a mi defensor ¿quien peleará contra mi? El señor me ayuda ¿quien me condenará?

Salmo:
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

2ª Lectura:      
Carta del Apóstol Santiago: “¿De qué sirve, hermanos, decir que tienes fe si no tienes obras obras? ¿es que esa fe lo podrá salvar? Muestrame tu fe con obras, que yo con mis obras te mostraré mi fe”

Evangelio:
“El que quiera seguirme que se niegue a si mismo,  cargue con su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida la perderá”

Introducción:

Un llamado a ser cristianos, que implica hacer que en nuestra vida se manifieste Cristo y reconociendo que no todas las veces hacemos esto, por eso; pedimos perdón reconociendonos pecadores.

Homilía.

En los años que pasé en Malí. en África occidental, algunas veces trabajando con musulmanes y cristianos junto con aldeanos de otras creencias autóctonas, podía ver que no vale decir que todos creemos en un mismo Dios, pues, comprendí que hay una gran diferencia entre el Dios de los Cristianos y aquel Dios en el que creen las demás formas religiosas. Recodemos que Malí tiene una comunidad cristiana muy pequeña,los demás son musulmanes y de otros ritos y entre ellos, suman la gran mayoría de la población. Decíamos entonces que aveces nos parece que da igual en lo que creamos y  Ojo, hay una parte de verdad en el respeto de todas las religiones, pero nosotros no podemos renunciar a la manera que tenemos de entender a Dios por medio de Jesús porque lo que nos metra Jesucristo es totalmente distinto a todo lo que enseñan las demás religiones y formas religiosas existentes en el mundo.
A nadie le resulta difícil creer en Dios todo poderoso, creador de todo, pero lo que nos diferencia es la manera como Dios se presenta. En todas la iglesia hay una Cruz y parece que tendemos a olvidar lo que nos quiere decir y la pregunta que Jesús hace  a sus discípulos nos la hace a nosotros, ¿Quién soy yo? Hay muchos que han elaborado doctrinas de todo tipo, pero aceptar a Cristo como salvador quiere decir que aceptamos una manera de entender a Dios de un modo absolutamente revolucionario. Es el Dios de “El Mesías sufrirnente”. Aquél Mesías no es el que se imaginaban los Judíos, el poderoso, el que iba a destruir al enemigo  y pondría fronteras durante mil años para darle la primacía en el poder a Israél. Se equivocaron, Dios aparece de un modo insospechado y eso es lo que nos parece difícil: “¿quién dice la gente que soy yo?” Pedro responde pensando en el mesías triunfante y cuando Jesús le habla de la encarnación del siervo sufriente, Pedro ya no está de acuerdo por eso Jesús tuvo que reprenderlo. El Dios en el que creemos es el Dios de la pobreza, el que entrega su vida por los demás, el que renuncia a hacer lo que nosotros hacemos cuando tenemos el poder y la fuerza, es decir:  Pisotear a los demás. El Dios en que creemos se interesa por los pobres y los sencillos, acude en ayuda de los que no tienen potestad y los cristianos somos fieles si sabemos hacer lo que hace Él y somos sensibles renunciando al poder y la fuerza. Cuando hagamos esto, habremos entendido a Jesús. Es muy fácil seguir a un Dios triunfador, seguir al Mesías Sufriente es lo que verdaderamente sorprende.
A nadie le  sorprende un Dios poderoso, todos creen en él, pero lo que es desconcertante, tanto, que muchos cristianos nos quedamos en ello sin pasar a seguirlo negándonos a nosotros mismos, es Éste Dios sufriente y entregado.
Aveces le recriminamos a Dios lo que es el resultado de nuestra responsabilidad. ¿por qué has permitido eso? ¿porqué el sufrimiento? Si Dios fuera el que nos imaginamos, Jesús no hubiese muerto en la cruz. El Dios de Jesús se identifica con la persona que sufre. Por lo que estamos muy lejos de las demás religiones y ahí está la absoluta verdad. Es un Dios compasivo llenos de misericordia. El reto del cristiano es encontrar a Dios en la persona del otro, especialmente en aquél que sufre y necesita. Ése es el espacio religioso de los cristianos; reconocer a Dios en el otro, en el hermano. “Tuve hambre y me distes de comer, tuve sed y me disteis de beber”. Para recordárnoslo cada día estamos en ésta Eucaristía escuchando el Evangelio que nos debe transformar e implicar en hacer un mundo según la medida de DIOS que nos es el que hemos hecho entre todos, pues nuestra medida es el poder y la fuerza, la supremacía del poderoso sobre el débil.
Dios espera que nos remanguemos las manos y empecemos a obrar la transformación del mundo, somos grandes y estamos llamados a grandes cosas; somos hijos de Dios, podemos ser mucho mejor de lo que creemos; somos hijos de Dios y en ello poseemos una gran fuerza transformadora. por eso la obra está en hacer el bien a aquél que sufre que esta explotado que necesita. cuando vayamos a él, al necesitado, entonces habremos encontrado a Dios. Por eso la Eucaristía nos lo muestra y cuando entendemos que se trata de donarnos, caemos en la cuenta que muchas veces pasamos del necesitado, desconociendo a Dios que habita en él y que nos invita a seguir sus pasos obrando con caridad. Eso es Eucaristía, Pan compartido, un memorial de un Dios que se parte y se da, que se sirve sin reserva para los demás. Que eso no se quede simplemente en una expresión artística y que nos recuerde quiénes somos, el Dios en el cual creemos y lo que estamos llamados a hacer en nuestra vida.

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