Dios es siempre fiel a su alianza. Aunque el
pueblo se equivoque, aunque el pueblo le de la espalda, Dios siempre permanece
fiel al cumplimiento de su promesa: “que el estaría siempre acompañando a ese
pueblo” dice la Palabra de Dios “Duros de servís”. Cabeza dura, un poco como....
como nosotros.
¿En qué consiste esa promesa de restauración?. Lo hemos
escuchado en el día de hoy, que la promesa del Señor vislumbra a través de los
oráculos proféticos una nueva situación en Jerusalén. Dice que: "Todas las
naciones de la tierra, todos los hijos de Dios irán a Jerusalén; serán
congregadas todas las naciones de la tierra en Jerusalén y allí se manifestará la
Gloria de Dios".
¿En qué consiste la Gloria de Dios?
En su presencia en medio
del pueblo.
Por eso estamos hablando de una promesa de restauración, porque el
lugar en donde se manifestaba la Gloria de Dios en aquel momento, se encontraba
destruido. Se reedificará la ciudad santa. Los cielos nuevos y la tierra nueva
constituyen el tema fundamental de éste texto del profeta Isaías, tomado del
Capitulo 36. Todo será restablecido, congregaremos a todos los hijos de Israel
que están dispersados por todas partes, vendrán de todos los lugares del mundo,
de oriente, de occidente, del norte y del sur. Todos vendrán a Jerusalén. Allí
se manifestará la gloria de Dios que será un motivo de consuelo y de alegría
para todos. Para los que están escuchando este texto, que están pasando por la
desgracia mas grande, este texto es un alivio, una luz de esperanza. Ellos
dirían “esperamos que realmente esa promesa se cumpla, si realmente Dios es el Dios la
alianza, Él mismo llevará a cabo el cumplimiento de esa promesa".
Dentro de los hijos que retornen a la ciudad
santa, reedificada, reconstruida, ahí yo escogeré sacerdotes. ¿Por que les dice
eso? Porque en el momento de hacerse la profecía, no contaban con sacerdotes
que mediaran entre el pueblo y Dios. Ellos eran los que ofrecían los
sacrificios para la remisión de los pecados. Así que, llegados los sacerdotes,
el pueblo sería purificado y perdonado.
¿Dios cómo cumple esta promesa?
En la plenitud de los tiempos envía a su Único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, que viene a establecer una nueva y eterna
alianza con el pueblo de Dios. Alianza sellada a través de su pasión, muerte y
resurrección, de su entrega en la cruz. El Señor, ofreciéndose a sí mismo,
intenta devolvernos la dignidad que habíamos perdido y nos vuelve a constituir
como hijos suyos y para ello, el Señor, en el contexto de la nueva alianza, va
a crear, va reedificar un nuevo pueblo, sellado con el signo del bautismo, por
el cual somos incorporados a los efectos de la nueva alianza. Hoy el Libro de
Isaias hablaba de una señal, de un signo, y no solo para los Israelitas, sino
que en la nueva alianza se van a convocar todas las naciones de la Tierra y todas
ellas van a ser congregadas al rededor del único sacrificio del Hijo Único de
Dios.
Éste es el componente que se da a través del mandato misional que hemos
escuchado en el salmo responsorial: Id al mundo entero y proclamad el
evangelio. La lectura nos decía que Dios escogería a Israelitas y los mandaría a todos los rincones de la tierra, a aquellas gentes que nunca habían escuchado
hablar de Dios, para que también en esos pueblos se pudiera manifestar la
gloria de Dios. Es la misión que los Apóstoles encarnan en la plenitud de los
tiempos, cuando reciben el mandato misional. “id y haced discípulos bautizándolos en el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo” a todas las
naciones de la tierra, hasta los rincones mas apartados del mundo (hasta
finisterra), porque, por allí se asomó Santiago.
Así se va constituyendo ese espacio sagrado
desde el cual podemos dar una respuesta satisfactoria al Padre Celestial, por
el ofrecimiento ininterrumpido del único y verdadero sacrificio, que es el de
Nuestro Señor Jesucristo.
¿Cual es ese espacio adecuado, al que nos
incorporamos por el bautismo?
La Iglesia. Es el lugar en el que hemos sido
reconstituidos, reedificados, es el nuevo pueblo de Dios. Nosotros como Iglesia
gozamos de la permanente presencia de la Gloria de Dios.
¿El Señor nuestro Dios se hace presente aquí
entre nosotros, como Iglesia, aquí y ahora? ¿donde resplandece la Gloria de
Dios?
En cada sagrario, en la Eucaristía, en la
vida sacramental de la Iglesia que tiene por cima y fuente la Eucaristía. Donde
está la presencia de Jesús sacramentado, allí esta la gloria de Dios. ¿cuantos
sagrarios hay repartidos por el mundo entero?
Y aun sigue siendo una tarea de todos
nosotros manifestar a quien no conozca a nuestro Dios, indicar donde se
encuentra el lugar en donde se manifiesta la Gloria de Dios. Es done todos
tenemos que colaborar tomando parte en la misión de la Iglesia
¿si lo estamos haciendo? ¿cuando una persona
nos deja ver su necesidad de Dios, lo conducimos al lugar en donde la Gloria de
Dios reposa?
Intentarlo ya es algo muy importante. Hay que
pedirle al Señor esa Gracia, pero, primero, hay que pedirla para uno mismo.
Ese espacio adecuado en el cual el señor ha
querido manifestar su gloria viene a perpetuar el anuncio del mensaje de un
evangelio que es el que Nuestro Señor Jesucristo quiso otorgarnos para que
nosotros alcanzáramos la salvación y la vida. Vino a comunicarnos unas
enseñanzas ordenadas a un principio fundamental: el amor, la caridad “Amaos
los unos a los otros como yo os he amado” algo que Nuestro Señor Jesucristo no
solo expresó de palabra, sino que lo cumplió también encarnandola en su propia
vida. La naturaleza de un amor que es capaz de renunciar a si mismo y
entregar su propia vida por Dios y por los demás. Ahí está nuestra tarea,
basada en este mandamiento de doble objeto: “Amar a Dios con toda tu alma, con
todo tu corazón, con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo. Has eso y
tendrás la vida eterna".
Pero ¿que pasa? Que a la hora de llevar a cabo este
mandato nos encontramos con la resistencia de nosotros mismos. Porque el Señor
nos invita y nos dice: "Amad a vuestros enemigos, perdonad a quienes os
persigan y calumnian" Suele ser difícil, porque requiere caminar una senda en
la que nuestro orgullo va bajando, un camino en el cual nuestro propio
criterio y voluntad se ven puestos a prueba. Un camino en el que no quiere que
exista otra seguridad que no sea Él. Si afianzamos nuestra seguridad en otra
cosa, normalmente se nos cae.
Alguien podría decir: _“es una camino exigente”_,
además porque es un Dios celoso que si uno le abre el corazón, va a empezar a
pedir. Empezará a ser exigente conmigo, te llevará por un camino, en el cual, si
de verdad le abres tu corazón, te darás cuenta que empezarás a morir a muchas
cosas de ti mismo; para que resplandezca aquello que Dios conoce que está
dentro de ti. Te liberará, entonces, de toda esclavitud, de todas las mascaras,
de toda la hipocresía y auto-engaño que en un determinado momento te lleva a
poner la seguridad en otra cosa que solo sea Dios.
La carta a Los Hebreos nos dice: eso duele.
Dice que cuando Dios nos corrige: duele. La carta usa la palabra castigo, pero
hay que matizar que no significa que Dios esté ahí, obsesionado por poner el
dedo en la llaga cada vez que nosotros fallamos, pero, siendo verdad que Dios
nos ama y que el verdadero amor corrige, el verdadero amor tiene en cuenta
que la otra persona necesita salir de la ignorancia o del error, pues, Dios se
preocupa por eso y como buen Padre corrige a sus hijos, haciéndolos pasar por
ese proceso de purificación.
Esa es la puerta estrecha. Si te llenas de un montón de cosas, no puedes entrar por ella. Si estas satisfaciendo tu propio
ego, tu propia vanidad, tus propias pasiones, estarías completamente ancho
como para no caber por esa puerta tan estrecha. Por eso el Señor quiere
desasirte, liberarte de toda carga que te haga mas difícil aun el camino que
el mismo escogió y que él mismo preparó para la Iglesia, sin ocultar las
exigencias que conllevan pasar por allí “el que quiera seguirme, que se niegue a si mismo, tome su cruz y venga en pos de mi y el que hace eso es digno de mi”
Esa es la exigencia que se planeta en el día de hoy.
¿Por que es dolorosa?
_Porque nuestra carne chilla_
A lo mejor alguno se ha dado cuenta que el
Señor le está exigiendo que haga un acto de humildad en una situación concreta
y se propone, por ejemplo, hacer un acto de humildad con el marido o con la
esposa (que están cerrados como un
bunker) y dice:
_Tranquilo, amor; has las cosas como tu digas”
¿por dentro
que pasa?
_“¡nooooooooooo! ¿cómo se te ocurre decirle eso? ¡Antes muerto que
sencillo!_
A lo mejor tienes que ofrecerle el perdón a
alguien que te ha hecho daño:
_Oye mira, si, a lo mejor, me he equivocado contigo,
si no has sabido leer las cosas y has reaccionado de una manera inadecuada
conmigo, yo te pido perdón y te perdono
por todo lo que me dijiste_
...hay algo aquí por dentro que se resiste:
_"Es el que tiene que pedirte perdón" (diría
nuestra carne, nuestro orgullo) "hasta que no venga y se rebaje, no hagas nada". ¡Claro!, que trabaje el orgullo"....
esa es la carne que chilla interiormente y
que nos impide dar ese paso. Por eso la carta a los Hebreos dice: “Duele”
Pero también, esta carta nos anima y nos dice
que el efecto de la humildad en el corazón, es la honradez, la transparencia y la paz que tanto anhela tu corazón. Porque ¿si te sostienes en tu
orgullo, podrías realmente alcanzar la paz del corazón?. El orgullo te lleva al
resentimiento, al rencor, a la mentira, a la critica, a la murmuración; y a más. eso normalmente siembra en nuestros corazones una vida con mayores
dificultades, llena de tensiones. Muchas veces sostenernos en el orgullo es
asegurar a largo plazo la infelicidad; entonces significa que vamos a sufrir igual y no vamos a resolver
ningún problema.
_¿Me entienden lo que les estoy diciendo?_
La humildad nos hace sufrir en un primer
momento, pero luego libera nuestro corazón. Como, cuando, un medico está tocando
una herida y la está sanando, puede ser que duela, porque el medico tiene que
quitar todo lo que esta podrido, tiene que sacar lo malo y al hacerlo, duele, pero
cuando haya limpiado, esa herida empieza a sanar y llega el alivio.
No nos resulta fácil entender la corrección.
Díganme ¿cuantos padres de familia hay aquí, que con todo el amor de su corazón y
con el mejor deseo de ayudar a sus hijos, les piden ciertas cosas y los chicos
los rechazan y muchas veces se niegan a escucharlos?.
Otras veces se enojan
porque se los pides o exiges:
_“que mal padre y madre eres tu”_
Aveces no es fácil se padre a ese nivel.
Se ha dicho que para poder ejercer la
funcion de Padre y madre hay que saber conjugar dos elementos difíciles de
conjugar. La firmeza, que es necesaria junto con la caridad y el amor y lo que
significa no dejarse provocar, no responder ante las provocaciones que brotan
de la resistencia y el orgullo de los hijos... porque si reaccionas con rabia,
pierdes autoridad
¿Te has dado cuenta de eso?
Hay que saber hacer las cosas como las hace
Dios padre.
¿Dios es firme con nosotros?:
_Firme!_ Señala el camino que hay que
seguir y nunca vacila.
Y pasa que la mayoría de las veces el camino que Él
quiere que tu sigas es el que tu no quieres caminar; así, puede ser una norma de
discernimiento (según método Ignaciano) Él te quiere llevar por donde muchas veces
tu no quieres ir. San Ignacio decía que para distinguir el camino de Dios, se
puede observar cual produce mas resistencia interior y seguramente ése es el
camino que Dios a elegido para ti.
Hay que pedirle al Señor la gracia de
entender la necesidad de sabernos corregir y reconducir por el Señor. Ahí
sobrevendrá sobre nosotros una enorme libertad de corazón y podremos reconducir
nuestros pasos por esa puerta angosta. Hay un evangelio similar que nos habla
de dos caminos: uno ancho, sin mayores dificultades, sin problemas, cuesta
abajo, que lleva a la perdición y existe el camino angosto, difícil, arduo, que
lleva a la salvación y dice el Señor: “Muchos se van por el camino ancho y pocos eligen el que lleva a la
salvación” es la respuesta que el Señor da al hombre que le pregunta; _“¿señor:
serán pocos los que se salven?_ El señor nunca dice un número, pero si
establece el criterio del camino ancho y el camino angosto.
Pues, es que
estamos acostumbrados al facilisimo, porque, díganme cuantos de nosotros, que
estamos acostumbrados a lo fácil, ante dos circunstancias, en que una exige
esfuerzo bajo la primicia: poco esfuerzo máxima eficacia ante y la otra que a
lo mejor requiere un esfuerzo mayor a la eficacia lograda y ¿cual elegiríamos
nosotros?
Yo me pongo a pensar en una realidad de
sufrimiento, por ejemplo, una persona que tiene que abordar un problema
matrimonial, una situación en la que ya no aguanta mas la injusticia que vive
dentro de su hogar: dos caminos, uno fácil y uno difícil:
El fácil: _Yo porque
tengo que aguantarme a esa persona, que se mate solo, que viva dentro de su
propia emisaria yo tengo que empezar a vivir mi propia vida, a salvar lo poco
que me queda por salvar. Es más, voy a abrir un perfil en “Badoo” y así me van
a salir un montón de pretendientes”.
Ese camino es muy fácil porque estas
huyendo del problema; o se te ha olvidado que en algún momento has decidido
comprometer tu vida con esa persona y acompañarla en las alegrías y en las penas, en los momentos alegres y en lo no tan alegres.
¿Hasta que momento tu
estas dispuesto a avanzar por un camino que exige de ti un trabajo de
reconciliación, de examen?, haber hasta donde están siendo tocados por el orgullo
y basando la relación en perjuicios que los llevan a atacarse mutuamente. ¿no
será que el Señor te está invitando a la humildad y quiere que tu esposa y
esposo, del cual quieres alejarte, reciba por medio de tu paciencia la gracia
que necesita para alcanzar el camino de la salvación?.
La vida nos plantea una exigencia basada en
que el cumplimiento de los propósitos exige esfuerzo, entrega y dedicación,
siempre estás sometido a prueba... muchos son los llamados, pocos los elegidos.
El camino estrecho es una camino que va purificando la intención del corazón y
nos ayuda a guiarnos por lo esencial, madurando así al alma que se prepara
para acceder a los bienes eternos y nos va a semejando al aquel que inauguró ese
camino que es Nuestro Señor Jesucristo. Con Cristo se abre le puerta y junto con Él, la vida verdadera consiste en entrar por aquella puerta estrecha.
El que
se cierra de corazón, el que se busca a sí mismo egoistamente, el que no
permite la realización del proyecto de Dios en su vida, lo que hace es cerrarse
a la posibilidad de entrar y el Señor lo dice hoy de un modo muy tajante, pues,
usa una parábola en la que habla del fin de nuestra vida: cuando aparezca, el
Señor dirán: _pero si aquí estoy, Señor, pero si yo he ido a la Luz; si yo,
allí, he escuchado tu Palabra y me he aguantado las homilías del Padre Francisco...
qué sacrificio tan grande, Señor; aquí estoy_
_No te conozco_”
La cuestión no es simplemente responder ante
los formalismos de nuestra fe, sino ajustar nuestra vida al mensaje que el
Señor nos ha anunciado, ponerlo en práctica, de esta manera se van formando en
nosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús y el Padre conocerá en cada
uno de nosotros a su Hijo. Verá sus rasgos: su perdón, su comprensión, su
caridad: _Entra a tu casa_ Te dirá. y si no
están esos rasgos dirá: _Apartaos de mi. No os conozco”_
Parece muy fuerte lo que nos dice el Señor
en la Palabra ¿Será para asustarnos? ¿será para que tengamos miedo?
_No hable de esas cosas, Padre. Me da yuyu_
Hay que concienciarnos de los que realmente
estamos haciendo en este momento. Estamos sembrando una semilla de eternidad en
nuestra vida y en nuestro corazón. No podemos desaprovechar el tiempo que es un
don de Dios, no podemos seguir
engañándonos: _hoy no; mañana si me convierto_ No. Hay una
exigencia que nos lleva a apersonarnos de este mensaje ahora, hoy y si eso
exige que camines tu vida, que vuelvas al camino de la verdad, del bien, de la
honestidad; es el momento para hacerlo hoy.
Entonces, dice la Palabra de Dios al final:
“fortaleced vuestras manos” cuando uno tiene las manos débiles no se puede aferrar
a nada...aunque hay que ir mas desasidos. “fortaleced las rodillas vacilantes”
cuando las rodillas están mal, no podemos caminar. Hay que emprender el camino
y como es tortuoso, pues, se necesitan fuerzas. Es una camino recto, pero exige
esfuerzo y hay que estar en condiciones de caminarlo.
El Señor quiere llevar a cabo el cumplimiento
de su promesa y nosotros somos la Iglesia que peregrina y que está dispuesta a
cruzar por la puerta estrecha.
¿estamos dispuestos?
Vamos a pedirle al Señor esa gracia de corazón,
vamos a pedírselo en esta celebración Eucarística y repito esta palabra:
Fortaleced vuestro corazón, fortaleceros con los sacramentos, con la Palabra,
escuchad a la Iglesia que os habla, escuchad sus enseñanzas, escuchad al Papa y
poded en Práctica las enseñanzas que hemos recibido de Dios tanto en su Palabra
como en la Iglesia. Vayamos por el camino recto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su Opinión, si quiere expresarla, siempre y cundo sea adecuada, bienvenida es: